viernes, 31 de enero de 2014

Cuento ganador en el concurso de Casa de Teatro, 2014.


INERCIA

Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano.

Isaac Newton.

A los cincuenta y siete años de vida, Sor Virgen seguía manteniendo la inmaculada belleza de la juventud. Nadie recordaba a ciencia cierta porque siendo tan bella había decidido acogerse a los hábitos. En su momento algunos asociaron el hecho, con la abrupta expulsión del profesor de física. Lo que se sabía con toda claridad era que Sor Virgen había adoptado ese nombre cuando se entregó a los brazos de Dios, pues antes de ese día se llamaba Laura Altagracia Valdez Chaucer.

Sor Virgen había ascendido la alta escalera jerárquica, desde novicia hasta Madre Superiora, era reconocida por la rectitud con que imponía orden y respeto dentro y fuera de los altos muros, sobre todo a las más jóvenes. Se rumoraba sobre raros exámenes físicos que les practicaba a las  novicias, y desde que había asumido el cargo, prohibió la presencia de profesores en el colegio de las señoritas. Todo el atrio del convento se engalanaba para celebrar los 39 años de Sor Virgen al servicio de la iglesia, toda una vida de entrega a la restricción sacerdotal, estricta fe religiosa y silencios. Pero de vez en cuando se dejaba ver aferraba a los barrotes de su claustro, se extasiaba, como si viajara al pasado, quizá a los últimos días de la Escuela Normal.

Al terminar la misa de las nueve, la familia Valdez Chaucer se acercó al pulpito, habían ido en comisión a rezar por la salud de Doña Esther, quien convalecía desde algunos meses aquejada de la  enfermedad del cangrejo, la cual provocaba serias dolencias en su estómago, al llegar ante el clérigo, Santiago, padre de cinco hijas y esposo de la convaleciente le hizo una promesa al cura.

        Si mi esposa se sana, la mayor de mis hijas será entregada a la “Orden de las Ciervas de Dios”

El cura exploro con su ojo menos miope a las cinco jóvenes y el padre argumento.

-          No hay problema padre, es virgen, y así seguirá. Lo prometo.

 La cara de Laura Altagracia Valdez Chaucer se transformó en una expresión desconocida. Era la promesa de un hombre de campo, y ella, la mayor de las cinco hembras. No había más que decir.

El curso en la Escuela Normal llegaba a su fin. La directora llamo a su despacho a Rolando, le advirtió de los comentarios que corrían por los pasillos sobre sus extrañas actividades y reuniones, y de la mala reputación que eso acarreaba para el centro docente y sus estudiantes; entonces le dio un ultimátum, debía abandonar esas actividades clandestinas o seria despedido. Rolando se retiró a impartir su curso de física. Hablo sobre Newton, sobre la inercia estática y móvil, sobre la fuerza y el rozamiento, lleno el pizarrón describiendo las fórmulas matemáticas que convertían toda esa teoría en realidad. Mientras lo hacía Laura Altagracia Valdez Chaucer desde su asiento prestaba poca atención a los tratados de la física, su mente estaba centrada en los acontecimientos que le cambiarían la vida, su futuro pendía de la salud de su madre.

Al llegar a la casa esa tarde, Laura Altagracia Valdez Chaucer encontró toda la familia reunida, feliz, su madre lucía un semblante rozagante y de buen ánimo, se salvaría, el médico le había mandado tomar leche tibia de búfala en las mañanas y antes de dormir, y la savia que libera la sepa de la mata de plátano como agua común. Laura Altagracia Valdez Chaucer también festejo la buena nueva, pero cuando entro en el cuarto su ánimo cayo como peñascos desde la altura, se paró frente al espejo y fue desnudando las esperanzas de ser la madre de cinco hijos, o hijas, de tener un esposo con quien compartir la estreches de la cama, de tener un novio con quien fugarse en la madrugada para ir a bailar hasta el amanecer. El reflejo del espejo le permitió ver su rostro mediterráneo, su pelo ondulado y  oscuro, un cuerpo cincelado de suaves curvas, senos pequeños, glúteos fuertes y esbeltas piernas, la imagen del espejo se desvaneció y Laura Altagracia Valdez Chaucer se desplomo sobre el suelo. Para cuando despertó ya estaba en la cama, a su lado las hermanas  menores y su padre.

-          Como sigue mamá. - Pregunto Laura Altagracia Valdez Chaucer.

-          Bien, ella está bien. -  Respondió el padre con una sonrisa en los labios.

Cada cierto tiempo a la Madre Superiora le daban unas extrañas crisis, comenzaba con sudoraciones y temblores en su mano izquierda; los sudores que emergían de su rostro bajaban por el cuello para luego deslizarse entre sus senos, entonces se enclaustraba en su aposento y pasaba largos días de ayunos y rezos, para luego emerger de la oscuridad con un semblante que perpetuaba su belleza. Ya nadie recordaban que estas crisis, ahora distantes, se frecuentaron en los primeros tiempos de vivir entre los muros, cuando cuestionaba el por qué de su existencia, y no soñaba ser la Madre Superiora, los botos de silencio ahogaban su angustia en medio de un sepulcro en vida rodeada por húmedas paredes, cirios encendidos y un tragaluz, único contacto con el mundo, por donde penetraba un rayo de sol y otro de luna una vez por día, solo los astros regentes conocían su verdad. Ante el rayo de sol la Madre Superiora se abandonaba de ropajes, y se hincaba ataviada solo con un largo crucifijo que le colgaba desde su cuello, le pedía al Cristo que la rescatara de los malos sueños, y mientras su petición aumentaba con la fe, los temblores se extendían a su cuerpo como una convulsión orgásmica lubricada por el sudor que la bañaba como pequeños afluentes sobre su cuerpo continental, el largo crucifijo se balanceaba como un péndulo que golpeaba una y otra y otra y otra vez contra su pubis, hasta caer abatida, desnuda, eternamente hermosa sobre el suelo que adsorbía su calor. Afuera en los pasillos, las monjas elevaban sus plegarias con el humo de los cirios ante la puerta del claustro, mientras escuchaban los gemidos diurnos que atravesaban las densas paredes. En las noches era peor, a la luz de la luna, las pesadillas de Sor Virgen comenzaban siempre de la misma forma. Se veía en la flor de su juventud, cuando sencillamente era Laura Altagracia Valdez Chaucer. En sus pesadillas recordaba el día que entro a la cátedra de física, no había entendido bien la ley de la inercia, escucho entonces los gemidos del amor, la curiosidad la turbo, la arrastro, a hurtadillas vio por una rendija lo que a ella le estaba prohibido, esa fue la primera vez que le tembló la mano izquierda y los sudores le rebosaron  los senos, nunca le vio el rostro a los amantes que sin saberlo habían despertado el volcán en su interior, las imágenes se repetían una y otra vez para dar paso a la gran pesadilla: corría desnuda por los pasillos del convento y era penetrada recostada a las columnas por seres de ambos sexos carentes de rostros, el alarido de su sufrimiento se escuchaba en todo el aposento, luego de ser penetrada Sor Virgen soñaba parir un ser con el rostro de su madre y el cuerpo de un gárgola. Entonces los ruidos que se escapaban del claustro aterrorizaban las calles del pueblo llegando a fertilizar la imaginación astral de los escépticos, quienes la asociaron con los viernes 13, las lunas llenas y hasta con un vaca cristiano.  

Ya todo estaba listo en el atrio del convento, los festejos comenzarían a la hora en punto. Cuando el reloj de la torre marco las cinco, el tañido del bronce transporto a la Madre Superiora hasta el último día de la Escuela Normal. Después de la entrega de notas, todos pasaron al salón para el ritual de despedidas que se hacía cada año, Laura Altagracia Valdez Chaucer se separó del grupo y avanzo por el largo corredor.  En la cátedra de física el profesor acomodaba libros en una caja, la puerta se abrió tímidamente, la joven entro y cerro con seguro, por primera vez podían verse a solas, sin miradas clandestinas, sin medias frases a distancia, no se abrazaron, el miedo se confundió con el deseo, el profesor termino de cerrar la caja y la sello con una cinta adhesiva:

-          ¿Iras al convento? – Pregunto Rolando.

La joven vio sobre la mesa la carta de renuncia firmada por el hombre con quien había amasado un futuro diferente, todo estaba convulsamente en paz, habían llegado al final del camino.

-          Virgen. – Respondió la alumna.

Laura Altagracia Valdez Chaucer libero la abotonadura de su falda y esta inocente se deslizo sobre sus muslos y cayó al suelo, se aferró a los barrotes de la ventana y mientras pensaba en la ruptura de la inercia, sentía como en el horizonte, el sol rojo se perdía entre dos grandes montañas.
 
EL AUTOR:
 
 Husmell Díaz Sánchez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

miércoles, 29 de enero de 2014

Grupo Anacaona TeAtro: Taller de teatro para niñ@s

martes, 28 de enero de 2014

Vuelve "el camaron encantado"

El Jueves 20 de febrero estaremos dando la función # 16 de nuestra obra, "Concierto para el camarón encantado" para toda la familia, dentro de la 8va Bienal de Teatro Grupal, festival de teatro que se esta celebrando desde el 12 al 22 de febrero. Nuestra función será en la Sala del Teatro Guloya  a las 5:30 p.m., ven a disfrutar con toda tu familia de esta sin igual obra teatral, no te vas  arrepentir, tan solo por 100 pesitos, que mas se puede pedir?


 
!Te esperamos!

lunes, 13 de enero de 2014

Taller de teatro para niñ@s


Todos los sábados a partir del 1ero de febrero, aquellos niños y niñas entre 10 y 12 años,  que deseen ser actores y vivir la magia de estar en escena, pueden inscribirse en el 5to taller de teatro, realizado por la Fundación Anacaona Teatro, donde podrán desarrollar su talento y pertenecer al grupo teatral, Anacaona Infantil.





 
 
Lugar:  Calle Juan Miguel Román, #12, Ensanche Bella Vista
Hora: 9:00 a.m.- 12:00 m.
Costo: RD$ 500 la inscripción y RD$ 1,500 la mensualidad.
 
Las inscripciones ya están abiertas. Tels. 829-916-8043, 829-869-1290 y 809-535-2728.

Taller de apreciacion teatral.

La Fundación Anacaona Teatro abre las
inscripciones para su Taller teórico-practico de Apreciación Teatral, dirigido a todas las personas mayores de 20 años de edad, que deseen ampliar sus conocimientos para valorar técnica y objetivamente, una obra teatral.  

Fecha de inicio: 27 de febrero.
Duración: 1 mes.
Frecuencia: 2 veces por semana (jueves y sábados)
Horario: 6:00 p.m. a 8:00 p.m.
Lugar: Casa de la Cultura Latinoamericana y Caribeña. (Av. Independencia, # 607)         
Costo: RD$ 2,000 (El costo incluye boletas para 4 obras del grupo Anacaona Teatro, que serán parte del taller como parte practica del mismo.
 
Para las inscripciones llamar a los teléfonos: 829-916-8043 y 829-869-1290, también pueden escribir al correo: anacaonateatro@yahoo.es