Toda creación de una obra de arte
lleva implícita una sublimación emocional que abre la puerta a un camino
estético, esto es palpable en todas las formas del arte, y se transmite en una
cadena que va desde el artista, creador de la pieza, a través de la pieza y sus
componentes, hasta el público, ultimo eslabón y consumidor final del proceso
artístico. Esta cadena que nace con el artista puede ser producto de un rapto
inspirador o del minucioso análisis de fenómenos naturales, sociales, humanos o
de otra índole, que bien analizados, ordenado y plasmado pueden emprender su
viaje hasta su destinatario, el público.
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Técnicos de la Sala Monina Sola, CCNG. |
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Técnico de Zipaquirá, Colombia. |
Largo es el camino de transmisión
emocional por el que debe transitar el arte, en ella intervienen varios eslabones que deben
tener una fuerte conexión entre sí para que la obra no pierda su esencia, esta
cadena con todos sus eslabones abarca desde el milenario y profundo Haikú,
hasta los excéntricos conciertos de una banda de rock.
Ahora quisiera centrarme en uno
de esos eslabones que forman la cadena, me refiero a los técnicos de los
teatros, personas anónimas y entregadas a su trabajo para que la propuestas
escénica salga como fue soñada, sin embargo esto no siempre se logra pese a
poseer cientos de horas de experiencia, y en muchas ocasiones técnicas de
avanzada, pero para que esto funcione se necesita de un componente humano que
todos poseemos, pero que no desarrollamos de igual manera, “La
Sensibilidad”
Técnico en Bogotá, Colombia.
Debe saberse que para ser técnico
de luces, sonido o tramoya, de una sala de teatro o de un colectivo teatral, no
basta con querer serlo, porque nos guste, o porque nos paguen un sueldo, que
la mayoría de las ocasiones en
pírrico, el factor más importante es
tener la sensibilidad para poder serlo.
Técnico en Bogotá, Colombia.
La sensibilidad de un técnico
teatral debe ser tan elevada como la de un bardo, para poder transmitir la
poesía que está implícita en cada momento de la propuesta ritual. La
sensibilidad del técnico teatral debe convertirse en poesía ante los ojos del público
a través de sus manos, y en ese sublime instante, para muchos insignificante,
donde pareciera que gravitara sobre el propio hecho artístico, la manos de
Dios, para lograr la creación de los que luego será inolvidable.
Loló, Sala Ravelo, Teatro Nacional, Santo Domingo.
Cuando el técnico de luces de una
obra, logra colocar sobre el escenario un claro oscuro con una tenue luz azul
lavanda que luego será degradada
paulatinamente, y de manera casi insignificante, mientras le da entrada a una luz
blanca, generando en el publico la ilusión del amanecer; no ha hecho otra cosa
que convertir simples elementos técnicos en un perfecto hecho poético.
Técnicos Sala Ravelo, Teatro Nacional, Santo Domingo.
De igual
manera cuando el técnico de sonido es capaz de modular el volumen desde un
estridente sonido hasta el casi imperceptible aleteo de colibrí, para que sobre
su vuelo se posen como copos de algodón los versos del personaje, lo que haces
es hechizar al público con la alquimia de lo imposible. Cuando el técnico de
tramoya logra hacer volar y desaparecer del escenario a dos ancianos enamorados sentados en un columpio, está sembrada la esperanza en el corazón de cada persona que ve la representación.
Hugo, técnico y tramoya en Zipaquirá, Colombia.
Ana Lidia y Roberto, técnicos de Anacaona Teatro.
Sin embargo la realidad no
siempre es así, en ocasiones encontramos teatros y grupos con técnicos mal
pagados y que además han perdido la sensibilidad ante la puesta en escena, redimiéndose
solo al trabajo autómata de mover los controles ante la voz que le indica
cuando y como hacerlo, carcomiendo el eslabón que ellos forman en la cadena de trasmisión
emocional. Aún hay técnicos que se enajenan en las obras, que no miran el
espectáculo mientras este acontece, que bajan la cabeza y pierden la vista
dentro de un celular o que por el contrario se entretiene mirando el
espectáculo y se les olvida realizar su función, hay técnicos que no estudian
los libretos, que esperan llegar a la obra para comenzar a leerlos durante la
representación como si fueran apuntadores de un teatro de épocas pasadas, hay
otros técnicos que desconocen el correcto funcionamiento de los equipos que tiene
bajo su mando. Hace años conocí a un técnico de sonido de un teatro musical
llamado Valentín, el hombre resulto ser muy entretenido, con frecuencia no
entraban las músicas, y los actores se acostumbraron a llamarle la atención
desde el escenario y aun dentro de los personajes, gritándole “Tírame la música
Valentín”.
En un mundo dominado por las
tecnologías y que cada día van ganando terreno dentro el teatro, a los grupos y
directores no les basta con tener buenas obras, ni buenos actores, junto a
estos han de estar siempre nuestros mejores aliados, los técnicos de los
teatros, sin los cuales nuestro trabajo estará siempre incompleto.
Ana Lidia y Roberto, técnicos de Anacaona Teatro.
Por otro lado tenemos la realidad
de que los técnicos de los grandes teatros se encuentran sometidos al constante
cambio de obras a las que no se pueden habituar en un corto tiempo, por lo que su
trabajo se va haciendo mucha más mecánico, al estar presentes en las
representaciones solo para operar los equipos. Es por ello que el nuevo teatro
demanda hoy de técnicos que sean artistas, con mentes flexibles y altos niveles
de sensibilidad, capases no solo de manipular la técnica, sino de dar una
respetuosa opinión a los directores para que la puesta escénica mejore teniendo
en cuenta las condiciones técnicas de las salas.
Noel, Técnico de la sala Otto Coro, Teatro Guloya, Santo Domingo.
Todos aspiramos a trabajar con
técnicos comprensibles, con alta sensibilidad y comprometidos con el trabajo,
que no estén pensando en la hora de salida, ni los turnos extras, técnicos que
entiendan la importancia de su función y del significado del eslabón que representan
en la cadena de transmisión sensorial del arte. Nosotros, los directores y
actores de teatro, debemos reconocer y darles a los técnicos el valor que ellos
tienen y tratar de establecer medios de comunicación y fraternización para que
nuestra propuesta salga como queremos, tal vez así las cosas sean mejores.
Sala Ravelo del Teatro Nacional, Santo Domingo.